Versalles – París

La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo (…)

Rayuela, Julio Cortázar

Sábado 10 de agosto de 2024, día del maratón olímpico masculino de París 2024. 05:30 a.m. Vincennes. Saint-Mandé. Línea 1 de metro. Châtelet. Saint-Michel. RER C. Recuerdos de Javel. Gare de Versailles Chantiers. 07:00 a.m. Palacio de Versalles. Comenzar a correr al amanecer en medio del silencio siguiendo el histórico camino de la Véloscenie que une en peregrinación París con el monte de Saint Michel. El vallado del maratón olímpico, todavía en soledad. Avenue de París. Porchefontaine. Jouy-en-Josas. El recorrido siguiendo siempre la vieja línea de ferrocarril, como en Boston. Antiguas estaciones de trenes ancladas en medio del campo en pleno siglo XIX. Vauboyen. Biévres. El refugio literario de Víctor Hugo en el Château des Roches. Igny. Massy. Sceaux. Fontenay-aux-Roses. Llegar a París a través de la vía verde del sur de la capital francesa. La ciudad convertida en el tablero de juego de Cortázar. Rive Gauche. Gare París Montparnasse. La torre de Montparnasse siempre como faro. Rue de Rennes. Jardin du Luxembourg. Rue du Four. Saint-Germain. Nuestra Rue de Buci. Saint-Michel. Geografías del Sena. Bouquinistes. Pont des Arts (“a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua”). Musée du Louvre. El pebetero olímpico imitando al globo de Montgolfier en el cielo del jardín de las Tullerías. La plaza de la Concordia y el obelisco. El puente de Alexander III huérfano de Kipchoge y Bekele. Al fondo, la torre Eiffel con los aros olímpicos. El Grand y el Petit Palace. Los Campos Eliseos sin tráfico. Regreso sobre los mismos pasos a lo largo de las geografías del Sena. Pont des Arts (“a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua”). Bouquinistes. Pont Saint-Michel, cuál si no. Île de la Cité. Familia. 2+2. Kilómetro Cero. 42.195 metros. Notre Dame, principio y final.

Dibujamos con nuestros movimientos una figura idéntica a la que dibujan las moscas cuando vuelan en una pieza, de aquí para allá, bruscamente dan media vuelta, de allá para aquí, eso es lo que se llama movimiento brownoideo, ¿ahora entendés?, una ángulo recto, una línea que sube, de aquí para allá, del fondo al frente, hacia arriba, hacia abajo, espasmódicamente, frenado en seco y arrancado en el mismo instante en otra dirección, y todo eso va tejiendo un dibujo, una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismos, una interminable figura sin sentido.

Rayuela, Julio Cortázar

Cuadernos de París (31 de julio – 14 de agosto CORREDOR\)

La Cruz del Sur

Tsuburaya

Kokichi Tsuburaya. Maratón olímpico de Tokio 1964.

I

«Y sin embargo, en la travesía de vuelta del último viaje, Ryuji había descubierto que estaba cansado, mortalmente cansado del aburrimiento de la vida del marino. Tenía la certeza de que lo había probado todo en ella, hasta las heces, y estaba harto. ¡Qué loco había estado! No había gloria que encontrar en ningún lugar del mundo. Ni en el hemisferio Norte. Ni en el hemisferio Sur. Ni siquiera bajo la estrella con que todo marino sueña: la Cruz del Sur».

El marinero que perdió la gracia del mar, Yukio Mishima. Sigue leyendo