La Milla

Línea de salida. 1.609 m.

Por razones que no vienen al caso, un día, creo que cuando yo tenía unos 8 años, mis padres se presentaron en casa con una máquina de escribir y una máquina registradora. Ambas eran de verdad, supongo que las trajeron de sus trabajos, y ambas funcionaban perfectamente. Probé ambas durante unos días y, poco a poco, la Olivetti Lettera 430 le fue ganando la partida a la máquina registradora, y eso que ésta era digital, imprimía tickets y te hacía las sumas de las cuentas.

Que la Olivetti conquistara la partida supuso que me interesara menos contar monedas que contar historias. No sé si el mundo perdió un buen financiero en el camino, pero a cambio ganó un niño que tenía todos los libros de su casa catalogados en fichas, que aprendió a escribir sus primeros chistes a máquina y que gastaba rollos de tinta de dos colores con más frecuencia de lo que hubieran preferido sus padres.

Milla 0, Maikel Gómez

El mundo siempre seguirá siendo un lugar maravilloso mientras haya gente capaz de enseñarnos que para seguir avanzando no necesitamos más que unas zapatillas solidarias, que las mejores carreras son aquellas en las que la línea de salida se pinta con una tiza en el suelo, que es imposible no sonreír al recordar el sonido de una vieja máquina de escribir o que los mejores regalos caben en el tacto de una maravillosa hoja de papel envuelta en un sobre granate.

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