Tomás Barris (camiseta del RCD Español y pantalón blanco), detrás de Constantino Miranda (color oscuro), a las órdenes de Manuel Cutié en el viejo estadio de Sarriá
«La nueva concepción de los entrenamientos de Cutié cambió radicalmente lo que Barris estaba acostumbrado a hacer hasta el momento y permitió que alcanzara una rápida progresión durante ese año de 1950. El entrenador catalán utilizaba, sin saberlo, una especie de sistema fraccionado con repeticiones y descanso de uno o dos minutos entre las mismas, algo similar a lo que nuestro protagonista experimentaría años más tarde en la escuela de Friburgo.
El principal baremo para medir el estado de forma del atleta era realizar la vuelta al campo de fútbol (de unos 360 metros) en aproximadamente un minuto, con lo cual unas 20 o 30 vueltas a ese ritmo era síntoma de poder correr los 5.000 metros sobre 15:20 más o menos. “Estos entrenamientos se realizaban siempre al atardecer con la complicidad de Tin Bosch, conserje del campo del Español, que nos permitía entrenar a pesar de la oposición de algún directivo de fútbol. Unos de los mejores momentos eran los entrenamientos en días festivos, que acababan siempre en el histórico y recordado Chalet del Gol Sur con un suculento desayuno que terminábamos con una agradable tertulia. A veces incluso algún directivo de fútbol se invitaba con la excusa de conocer un poco más nuestra forma de vida”, recuerda con nostalgia Tomás».
Hernández, J.L.; Mansilla, I. (2010): «Tomás Barris. El atleta que abrió las puertas de Europa». Asociación Española de Estadísticos de Atletismo, Madrid.